Estos datos afectan de una manera muy especial la situación actual de la economía española, ya que, según un estudio del profesor Miguel Ángel Gallo, de IESE, alrededor del año 2000 el 40% de las Empresas Familiares españolas habrían completado su proceso de sucesión de primera a segunda generación, con la incorporación de los hijos del fundador a la empresa.
Si el tránsito de la primera a la segunda generación ha tenido éxito, la empresa familiar todavía tendrá que enfrentarse a la sucesión en las generaciones futuras. Estos retos, aunque estadísticamente no resulten tan traumáticos como el primero, son también importantes: sólo el 15% de las Empresas Familiares sobreviven en la tercera generación. No obstante, si comparamos este dato con el de las empresas no familiares, nos damos cuenta que es muy similar y que solo un 15% sobreviven 70 años después de su creación. Por ello hay que buscar la clave de estos datos en las causas de la mortalidad, y en el caso de las Empresas Familiares son muy identificables y ofrecen posibilidades reales de solución.
Según un estudio realizado por los profesores Adolf Vilanova y Alberto Gimeno, de ESADE, sobre una muestra representativa de Empresas Familiares, el 72% manifestaba haber tenido dificultad en la sustitución del líder familiar. Si buscamos las causas de estas dificultades, encontramos unas estadísticas muy reveladoras: según un estudio del profesor Gallo, en un 62% de los casos se deben a la falta de intereses comunes entre los familiares o la falta de compromiso de los familiares con la empresa; en un 25% se deben a problemas de armonía familiar; en un 10% a causas relativas a la madurez de la empresa o del sector; y sólo en un 3% de los casos se deben a problemas estrictamente financieros.
Originalmente publicado en el libro “Manual de la Empresa
Familiar”, publicado por el Foro de la Empresa Familiar de las Cámaras Vascas (Eusko Ganberen Familia Enpresaren Erakundea), País Vasco,
España, 2008.
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