La historia de Armand Basi, una de las empresas líderes de la moda española, comienza en el jardín de la casa familiar. José, con sus estudios de empresariales bajo el brazo, y Armand, con los de ingeniería textil, levantaron allí lo que sería la primera "nave industrial" del negocio familiar a principios de los 50. La idea no era otra que impulsar el "taller artesano Basi", creado por su madre y dedicado a la producción de género de punto.
El éxito inicial haría que, a los pocos años, la nave y el jardín se quedaran pequeños y fuera necesario crecer. Poco a poco Basi se afianzó en el mercado de la confección español. En 1962 lograron la licencia para fabricar y distribuir una marca francesa –también empresa familiar– en tierras españolas: la Chemise Lacoste. Pasarían más de 20 años antes de dar un nuevo salto en la moda con la creación de una nueva línea, Armand Basi, en 1986. Ocho años después, la vocación internacional de la empresa la había llevado a vender en once países, los más importantes de Europa, América y Asia.
En 1990, la enorme competencia de marcas que producían en países de bajo coste, les impulsó a diversificarse y a entrar en el mercado de la distribución. Abrieron tiendas Lacoste en España y otros puntos de distribución de sus propias marcas.
Conscientes de la necesidad de preparar un sucesor, Armand y su hermano tenían el candidato ideal dentro de la familia. ¿El problema? La elegida nunca había estado en el negocio familiar y ni siquiera se había dedicado a la moda ni al textil.
"Comenzamos a pensar en la sucesión hace varios años. Mi hermano José tenía un hijo en la empresa (director de franquicias y tiendas propias) y yo a mi hija Isabel (publicidad). Cuando los dos comprendimos que nos hacíamos mayores, pensamos en Nuria, que fue directora de una empresa en Barcelona y luego representante europea de una compañía americana", explica Armand en una entrevista.
Nuria pasaba parte del verano cuando era pequeña ayudando a poner jerséis en las bolsas y recibía una remuneración por ello. "Creo que mi padre quería hacernos conocer la empresa para que nos familiarizáramos con ella", recuerda ella en la misma entrevista. Pese a este "bautismo empresarial", que para muchos es suficiente para incorporarse a la empresa, Nuria siguió su propio camino. Optó por la biología y la farmacología y durante muchos años gestionó proyectos en este sector.
"Acudía a las reuniones del consejo de Basi pero nunca pensé en trabajar en la empresa. Cuando hace siete años me lo propusieron dudé mucho. No conocía el sector. Pero también pensé que si yo me había beneficiado de la empresa y ahora me pedían hacer algo por ella, era justo hacerlo.
Entré progresivamente en la empresa y creo que fueron claves los valores de ilusión, experiencia, sensatez, dedicación y ética inculcados desde pequeños. Como empresa, para nosotros es importante fomentar la cohesión familiar, poder tomar decisiones convenciendo (sin imponer nada) y empleando el sentido del humor.
Mi padre ha ido desvinculándose de la gerencia poco a poco, pero siempre sigue informado y tiene una importante labor de representación. Nuestro Consejo de Administración está formado por cinco familiares y dos asesores externos.
Nuestra gran asignatura pendiente es el Protocolo Familiar. Incorporarme a Basi tal como lo hice ha sido un lujo. Porque pasar el relevo a la siguiente generación es siempre difícil: el listón cada vez está más alto. Los que tomamos el relevo debemos actuar con nuestras ideas y personalidad, no podemos ser clones de la generación anterior, Ellos han sido unos fenómenos irrepetibles. Nuestra única opción es jugar nuestras propias cartas”.
Originalmente publicado en el libro “Manual de la Empresa
Familiar”, publicado por el Foro de la Empresa Familiar de las Cámaras Vascas (Eusko Ganberen Familia Enpresaren Erakundea), País Vasco,
España, 2008.
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