Está claro que las reglas para crear felicidad no son las mismas que las reglas para crear riqueza. Un ejemplo es que en la familia se quiere a las personas por las relaciones personales y en la empresa se las aprecia por lo que hacen de acuerdo con sus relaciones contractuales. Otro ejemplo es que la principal finalidad de la familia es la felicidad de sus miembros basándose en el afecto entre ellos, mientras que la primera finalidad de la empresa, aunque no la única, es crear riqueza basándose en el interés económico.
Gran parte de la enorme complejidad de la relación familia-empresa se debe a que las dos instituciones representan dos mundos de naturaleza contraria, con valores, objetivos y recursos muy a menudo contrapuestos. La tarea de coordinar estos dos mundos, parecida a mezclar el agua con el aceite, solo se puede hacer a través del proceso de organización de la familia empresaria y mediante el diálogo, la participación y la transparencia.
Es importante que no se lleguen a confundir las culturas de los dos sistemas, ya que cada uno de ellos aporta activos muy importantes al otro y su desequilibrio originaría problemas tanto en la familia como en la empresa, tal como lo expresa la siguiente tabla:
Originalmente publicado en el libro “Manual de la Empresa
Familiar”, publicado por el Foro de la Empresa Familiar de las Cámaras Vascas (Eusko Ganberen Familia Enpresaren Erakundea), País Vasco,
España, 2008.
No hay comentarios:
Publicar un comentario