Esta trampa es la más frecuente y la más peligrosa para la supervivencia de la empresa familiar. Muchos empresarios familiares, especialmente los fundadores, retrasan sin necesidad y sin justificación alguna el momento de su jubilación, se niegan a poner en marcha el proceso o sencillamente lo frenan con argumentos poco sólidos.
Algunas de las excusas más frecuentes, en palabras del especialista norteamericano Craig Aronoff, son:
• “Disfruto tanto.” Lo que realmente quieren decir los líderes que comparten esta afirmación es que no saben qué harán cuando se retiren. No han pensado en otras formas de diversión o actividades para encontrarle sentido a la vida más allá de la empresa. Si bien es cierto que realmente disfrutan trabajando en la empresa, también lo es que posiblemente estén obstruyendo una transición ordenada hacia la siguiente generación.
• “No me puedo permitir retirarme.” Esta situación puede ser cierta en el caso de empresas familiares muy pequeñas en que el propietario necesita seguir trabajando para mantenerse. Sin embargo, en muchas ocasiones, esta afirmación no refleja la realidad. A pesar de haber forjado un patrimonio más que suficiente, se sienten inseguros desde un punto de vista financiero o, quizás, el propietario estima que la seguridad financiera de la empresa es más importante que la propia y que no le quitará recursos a la empresa para financiar una jubilación cómoda.
• “La empresa no será nada sin mí.” Desde el punto de vista de la organización, si no hay sucesor, algo no funciona bien. No será un problema para el empresario que esencialmente ha construido y desarrollado una empresa en respuesta a sus propios deseos, necesidades o creencias sobre lo que hay que hacer. Su visión se puede resumir en: “Esta es mi empresa y lo que quede es para que mi familia se haga cargo de ello”.
• “La empresa es mi vida.” El mensaje oculto tras esta afirmación es que abandonar la empresa significa quedarse en casa con un matrimonio que probablemente no sobrevivirá si ambos cónyuges no tienen que trabajar. Muchos empresarios se consagran a su trabajo porque carecen de otras satisfacciones en su vida, entre ellas, su cónyuge y familia.
Estas excusas, de manera consciente o inconsciente, esconden una serie de miedos irracionales vinculados a la jubilación: miedo a no saber qué hacer, miedo a no tener garantizada económicamente la jubilación, miedo a perder la relevancia social que da el cargo… Es la otra cara de la moneda de la sucesión, y para superarla es necesario el soporte de la familia y una cuidada planificación.
f) No planificar la sucesión
No prevenir ni planificar adecuadamente todos los detalles de la sucesión tiene unas consecuencias muy parecidas a las del punto anterior. La falta de una profunda reflexión compartida con la familia sobre todos los aspectos imprescindibles del proceso, lleva inevitablemente a poner en juego la continuidad y el crecimiento de la empresa así como la formación de sus futuros sucesores.
g) “A mi no…”
Por último, la trampa más peligrosa de todas, pues hace que un empresario familiar caiga en todas las anteriores, es el engaño de pensar que a él no le pasará nada de todo esto. Con toda probabilidad, esta persona vivirá en la propia empresa familiar alguno o todos los problemas descritos en el presente manual y, o bien no sabrá cómo enfrentarse a ellos, o bien ni tan solo sabrá reconocer la existencia de un problema.
Esta trampa suele ser fruto de una formación insuficiente en la disciplina de la empresa familiar y de la falta de reflexión y generalmente se presenta cuando las empresas han alcanzado éxito y su fundador se siente orgulloso.
Originalmente publicado en el libro “Manual de la Empresa
Familiar”, publicado por el Foro de la Empresa Familiar de las Cámaras Vascas (Eusko Ganberen Familia Enpresaren Erakundea), País Vasco,
España, 2008.
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