Desde que a finales de 2004 Google declarara formalmente que su nueva misión en Internet, a través de su recién creada división Google Print, era organizar y hacer accesible toda la información “convencional” que hasta ahora no estaba en la red, el mundo editorial se puso a temblar. Y no sólo por el hecho de que parece irrefutable que una predicción de este tipo se cumpla, al venir de una empresa con semejante historial de éxitos, sino que el futuro de la información dentro de diez años, tal como se plantea, será interpretado de una manera muy distinta a como hoy lo hacen editoriales, escritores, abogados especializados en derechos de propiedad intelectual, lectores, anunciantes…y por supuesto, las bibliotecas.
Tal ha sido el impacto de esta noticia, que inmediatamente la Unión Europea se ha metido en la labor de hacer lo propio con sus lenguas oficiales, pues la propuesta norteamericana sólo considera de momento el idioma inglés para su gran catálogo. Este mes, en “Encuentros para la Europa de la Cultura”, el presidente francés Jacques Chirac ha presentado el proyecto de la biblioteca virtual europea como de máxima prioridad, y ha sido calificada como una iniciativa común de los dirigentes de Europa para una digitalización amplia y organizada de obras pertenecientes al patrimonio del viejo continente.
Y es que desde que Internet se ha instalado en nuestras vidas, el “rescate” de información digital se ha convertido en todo un arte, pues sin un criterio claro de búsqueda lo más probable es que nos veamos avasallados por una cantidad de datos innecesaria y terminemos literalmente “enredados en la web”. “Si no está en Internet, no existe”, frase que actualmente utiliza sólo el sector del marketing de la red, empezará a ser empleada por otros gremios antes de lo que nos imaginamos.
Actualmente, podemos encontrarnos con muchos tipos de portales de clasificación bibliográfica digital: desde las pioneras bibliotecas virtuales en castellano, como la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (proyecto de edición del patrimonio bibliográfico, documental y crítico español e hispanoamericano), hasta los divertimentos informáticos de los revolucionarios buscadores de Amazon.com. Hacer un recorrido por estos sitios deja la extraña sensación de que hoy en día casi todo está al alcance de la mano, o mejor dicho, del ratón.
Es por eso que, desde sus inicios, la Biblioteca de Empresa Familiar Carles Ferrer-Salat se ha trazado como objetivo ir más allá de ser el gran catálogo en Internet especializado en Empresa Familiar (lo cual de por sí ya facilita la tarea del “rescate” de información sobre dicha temática): la idea es convertirse en el lugar de encuentro y sitio de lectura, discusión, trabajo e investigación de la literatura sobre las Empresas Familiares.
Desde aquí, pueden ustedes contar con un equipo humano y experto en el tema y que se proyecta con entusiasmo a un futuro dominado por la digitalización del conocimiento, pero con un cuidado especial hacia sus usuarios y colaboradores.
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