Tomado del la revista electrónica del Insituto de Conslutoría de Dirección (Oltra y Asoc.). Un cuento de Javier Mandingorra.
No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas adyacentes cayeron en un conflicto. Este fue el primer conflicto serio que tenían en cuarenta años de cultivar juntos hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes de forma continua.
Esta larga y beneficiosa colaboración terminó repentinamente. Todo comenzó con un pequeño malentendido y fue creciendo hasta llegar a ser una diferencia mayor entre ellos, hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio.
Una mañana alguien llamó a la puerta de Luis. Al abrir la puerta, encontró a un hombre con herramientas de carpintero: ”Estoy buscando trabajo por unos días”, dijo el extraño, “quizás usted requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo pueda ser de ayuda en eso”.
“Sí”, dijo el mayor de los hermanos, “tengo un trabajo para usted. Mire al otro lado del arroyo aquella granja, ahí vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor. La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros y él tomó su buldózer y desvió el cauce del arroyo para que quedara entre nosotros. Bueno, él pudo haber hecho eso para enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor. ¿Ve usted aquella pila de desechos de madera junto al granero? Quiero que construya una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más”.
El carpintero le dijo: “Creo que comprendo la situación. Muéstreme dónde están los clavos y la pala para hacer los hoyos de los postes y le entregaré un trabajo que lo dejará satisfecho”.
El hermano mayor le ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejó la granja por el resto del día para ir por provisiones al pueblo. El carpintero trabajó duro todo el día midiendo, cortando, clavando. Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó, el carpintero justo había terminado su trabajo. El granjero quedó con los ojos completamente abiertos, su quijada cayó. ¡No había ninguna cerca de dos metros! ¡En su lugar había un puente, un puente que unía las dos granjas a través del arroyo! Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos.
En ese momento, su vecino, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano le dijo: “¡Eres un gran tipo, mira que construir este hermoso puente después de los que he hecho y dicho!”.
Estaban en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el carpintero tomaba sus herramientas. “¡No, espera!”, le dijo el hermano mayor al carpintero. “Quédate unos cuantos días. Tengo muchos proyectos para ti”.
“Me gustaría quedarme”, dijo el carpintero, “pero tengo muchos puentes por construir...”
Preguntas:
1. ¿Cree Ud. que en el entorno de una empresa familiar el afecto entre sus miembros logre vencer los inconvenientes? ¿Es esto aplicable a todas las familias?.
2. En el cuento, ¿qué valores han surgido?
3. Suponiendo que Ud. es el carpintero del cuento. ¿Qué recomendaciones prácticas le daría a los hermanos para aplicar de ahora en adelante?
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