Dicen los arqueólogos que la primera universidad ya funcionaba en Alejandría en el año 320 a.C.: 13 estancias capaces de albergar a más de 5.000 alumnos en las cuales enseñaban todos los grandes sabios de aquel tiempo. Probablemente el calendario de clases que utilizaban en aquella época no se asemejaba al que tenemos actualmente en nuestras modernas academias, pero con toda seguridad en algún momento del año, aquellos alumnos que tomaban sus apuntes en tablillas de barro tenían en sus mentes la misma frase que flota por estos días en nuestras aulas: “volver a clases”.
Es por eso que en nuestro particular campo de conocimiento sobre la empresa familiar, el inicio de un nuevo ciclo es propicio para hacer un repaso de los centros de estudios pioneros en ofrecer formación especializada en España y Latinoamérica. Si bien el desarrollo de los conceptos modernos de la empresa familiar es de data reciente en todos los países, en los últimos años el número de cátedras y escuelas que ofrecen cursos de especialización se ha incrementado notablemente. Sólo en España, la red de cátedras adscritas al Instituto de la Empresa Familiar ya supera la veintena, lo que la ha convertido en la más importante del mundo, según palabras del mismo John Ward. Y eso sin incluir a escuelas de negocio y otras universidades.
La tarea que esta red se ha propuesto es sensibilizar al mundo universitario de la importancia de incorporar en la programación académica una materia que afecta a más del 95% de las empresas en España, cuya supervivencia depende en parte de los esfuerzos que se hagan desde el sistema educativo en pro de la formación de empresarios, directivos y todo el conjunto de personas e instituciones involucradas en la empresa familiar. Aunque es una asignatura de libre configuración, el perfil de los alumnos que estudian en las cátedras corresponde en su mayoría a jóvenes que cursan carreras de administración y de dirección de empresas. De todos ellos, aproximadamente la mitad tienen una relación muy directa con una empresa Familiar, bien por parentesco, bien por trabajar en alguna o por mantener relaciones profesionales con ellas. La otra mitad son personas a las que les gustaría trabajar en una Empresa Familiar.
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