P: Muchas veces el trabajo en equipo pareciera ser la única alternativa que tienen los hijos de los dueños de empresas familiares. Es curioso, pero pienso que si bien la vida en familia nos enseña que el trabajar en solitario y de forma egoísta nos conduce a un sentimiento de soledad (cosa que se aprende sobre todo cuando se tienen hermanos), al transportarnos directamente con ese mismo grupo de personas, el único sentimiento que pareciera que tenemos garantizado es el de no saber vivir de otra forma sin sentir culpa por no trabajar en el equipo.
R: Creo que, bajo la óptica que plantea, lo suyo no deja de ser una visión muy reducida de sus experiencias como empresario familiar, por no decir que la pregunta conlleva un alto grado de pesimismo. Pienso que justamente una de las fortalezas que una Empresa Familiar ofrece a sus miembros es que puede encontrarse en el lugar de trabajo un caldo de cultivo para potenciar las relaciones familiares, pues en un alto porcentaje, las familias más unidas que he visto son las son las que precisamente trabajan juntas, por lo que pienso que no hay nada de obligado en este sentido si la familia ofrece un excelente y espontáneo sitio de trabajo y afecto.
Muchos de los especialistas en los temas de empresas insisten en afirmar que las tareas compartidas por un equipo de familiares mejoran notablemente las relaciones y afianzan las razones de afecto entre ellos.
Pero esto obviamente no los exime de la natural tendencia a las discrepancias en un equipo. Si las intenciones son honestas, a la larga cualquier problema tendrá una solución. Todo radica en el arte del saber convivir a través de la exploración constante de los valores fundamentales que justifican la acción del grupo, llevados a la práctica a través de la comunicación y el diálogo de sus miembros. Planificar un proyecto empresarial, basado en el ejercicio del saber escuchar a cada uno de los implicados en él, permite dar lugar a cada intención de pensamiento, acción y ayuda en pos de las metas comunes.
Versión en castellano del artículo publicado originalmente en Emprèn.
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