jueves, julio 28, 2005

Mi padre no me escucha

P: Soy licenciado en empresariales y trabajo desde hace algunos años en una empresa del sector de la construcción, de la cual mi padre de 50 años es el gerente. Cuando yo empiezo a trabajar en la empresa las reuniones, presupuestos, objetivos son inexistentes, pues todas las decisiones las toma mi padre sin apenas consultar. En el último año he intentado dar a la empresa un carácter más profesional, pero me es imposible sentar a mi padre en una mesa para discutir los diferentes temas. No sé si el problema es la falta de estudios por parte de mi padre (el único con estudios en la empresa soy yo) ó mi falta de experiencia.

R: Te comprendo perfectamente, pues es el típico caso de la generación de relevo que no puede hacerse escuchar. Y no te creas que la educación tiene tanto que ver (que en cierta forma sí la tiene), pero esta actitud se observa también entre personas de buena formación académica.
Si llegado el momento, los esfuerzos por conseguir que se preste atención a tus justificadas demandas (y en esto tienes que ser muy honesto) no tienen efecto, lo más recomendable es que te marches de la empresa. Sí, así como lo lees, márchate. Eso sí, asegúrate antes un puesto de trabajo en otro lado donde puedas demostrar quién eres y en qué crees, desde el punto de vista organizacional en una empresa. Y tómate tu tiempo. Tres, cuatro, cinco años. Si es posible, especialízate con un master en gestión de empresas. Tu padre aún es joven y debe ser muy inteligente (como todos los fundadores de empresa, afortunadamente lo son, lo cual nos facilita demostrar cosas, ellos no son tontos, simplemente son un poco tozudos). Se dará cuenta a la larga que tú tenías razón. Luego podrás volver, previo consenso de ambas partes, ya no como el “hijo de Papá” que quiso cambiar la empresa, sino como el profesional que viene dispuesto a lograr una transición generacional digna de una compañía que busca el éxito.
Somos jóvenes, pero no hay tiempo que perder. Te deseo toda la suerte del mundo.

Versión en castellano del artículo publicado originalmente en Emprèn.

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