A medida que el fundador-propietario de la empresa envejece, los valores y características de esta y hasta la personalidad de la organización sufren, junto con aquel, del paso del tiempo. “En ninguna parte sucede esto con tanta fuerza como en una empresa familiar, en la que, con frecuencia, propiedad y liderazgo son sinónimos, y en donde las tradiciones están profundamente arraigadas. Y en ninguna parte los efectos del cambio organizacional –resultante de los cambios que experimenta el dueño de la empresa- son tan poderosos”.
En las dos etapas básicas del ciclo vital de la dirección de la empresa (crecimiento y maduración), estos valores y características llegan a ser casi opuestos. En un cuadro comparativo de las habilidades y destrezas requeridas por un emprendedor que desee permanecer en la dirección del negocio, “En el mejor de los casos, los gerentes más eficientes podrían poseer las cualidades requeridas para ambas etapas. En la realidad, sin embargo, poca gente tiene todas esas cualidades”.

Ciclo vital del propietario de una empresa. Fuente: Cómo desarrollar la empresa familiar.
Ward, 1994.
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