Esto coloca a la empresa familiar dentro de una “estructura tradicional. El empresario (...) le da prioridad a la familia sobre el negocio. ‘El riesgo al fracaso’ y ‘Evitar conflictos familiares’ son, entre otros, fuertes indicadores de un sistema tradicional familiar”. En algunos casos la práctica contradice a la intención teórica.
En lo cotidiano suelen producirse desbalances entre el sistema familiar y el empresarial. Si este domina sobre el primero, se debe hacer énfasis en la comunicación familiar, su identificación, lealtad y emociones, así como el tiempo que se le debe dedicar a la familia. En el caso contrario, se deben tratar de mejorar las relaciones y comunicaciones empresariales, estrategias a seguir y la toma de decisiones y su posterior evaluación. En un sistema globalmente balanceado se genera confianza, compromiso, efectividad en el negocio y armonía familiar.
En un estudio sobre el compromiso de los familiares que trabajan en la empresa, la respuesta de la muestra tuvo la más alta desaprobación a la sentencia. En estos resultados se recalca el hecho de que el 65% de las empresas de la región no emplean a miembros familiares a medio tiempo, es decir, la tendencia de la actitud es pertenecer o no a las filas de la familia, sin medias tintas.
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