Conviene que en el protocolo queden claramente establecidas las sanciones que se generen por el incumplimiento de lo pactado y los mecanismos para la solución de conflictos.
Estos principios de dirección se fundamentan en valores. Cuando aquellos no existen “pueden ignorarse mecanismos básicos que rigen los fenómenos y generarse gran contrariedad por dejar las cosas al azar”. Los valores se pueden traducir como “convicciones filosóficas de los administradores responsables de dirigir una organización hacia el éxito. De no existir no se crece como personas. La misión de la organización carece de fundamentos, la cultura es débil”. Estos valores están presentes de manera implícita en las fortalezas de la Empresa Familiar... y es justamente la familia quien porta e inculca en sus miembros estos valores desde la infancia.
En el primer circuito, en línea punteada, rígido, “actúa sin flexibilidad y adaptación a cambios en el entorno, y sin convenir una Misión, Visión y un Plan Estratégico. Las decisiones son por reacción, impulsivas o intuitivas. Es muy frecuente en la primera etapa de una organización. Este circuito reducirá las probabilidades de supervivencia y de crecimiento”.
El segundo, en línea llena, más flexible, “responde a una Misión o razón de ser del negocio definida con precisión y por consenso, con una Visión (imagen de la situación del mismo en un plazo mediano a largo), criterios racionales y aplicación de información lo más confiable posible. Cuando el Argumento familiar es rígido, constriñe a los Modelos Mentales y reduce las opciones de cambio y adaptación”. Por definición, y en aplicaciones directas desde el campo de la psicología, el Argumento puede ser detectado y modificado con técnicas efectivas, aún estando fuera del nivel consciente del individuo.
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