Las familias empresarias deben plantearse, especialmente en segundas y terceras generaciones, quién tiene derecho a trabajar en la empresa, cuáles son los criterios y cuáles las condiciones. Es esencial que las familias lleguen a un acuerdo sobre este tema, y que lo hagan antes de que se generen conflictos.
• ¿Todos, algunos o ninguno?
En paralelo con el proceso de profesionalización, las familias empresarias tienen que plantearse qué familiares tienen acceso a trabajar en la empresa y con qué criterios y condiciones. El acuerdo familiar acerca de este punto es esencial y debe generarse antes de los primeros conflictos. En cuanto a las distintas opciones, sólo existe una fórmula correcta: la que, sea cuál sea la respuesta a la pregunta, pase por un consenso y una comunicación clara a todos los familiares, de forma que todos tengan conocimiento de las reglas del juego y la familia asuma conjuntamente los valores adecuados para el modelo escogido.
• Condiciones y capacidades
Si se ha decidido restringir la entrada de familiares al trabajo, es necesario pactar y regular de forma exhaustiva las condiciones que se exijan a los familiares que pretendan trabajar en la empresa familiar. Por ejemplo, puede exigirse una titulación universitaria y una cierta experiencia previa en otras empresas, o bien que se limite la entrada de un familiar a las vacantes que se produzcan en la empresa, de manera que pase del proceso de selección en igualdad de condiciones con el resto de candidatos, y nada más sea escogido con preferencia si resulta finalista. También hay familias que establecen un consejo de selección familiar que valorará la idoneidad de un candidato de manera previa. En cualquier caso, hay que establecer un sistema para que las promociones internas a cargo de responsabilidad se produzcan siempre por méritos personales y con la mayor igualdad de condiciones posible con los externos.
• El principio de libertad
Este principio hace referencia a la otra cara de la moneda del trabajo en la familia: los hijos deben ser libres para buscar su realización personal y profesional, aceptando sin problemas si se produce fuera del ámbito de la empresa familiar.
La libertad de elección es un punto importante cuando el entusiasmo de la familia sobre la empresa se proyecta a las nuevas generaciones en forma de presión involuntaria, provocando con frecuencia que los sucesores accedan a la empresa sin la voluntad firme necesaria. Esta circunstancia debe evitarse, por ser su consecuencia uno de los clásicos enemigos de la empresa familiar: la desmotivación y la falta de compromiso.
• ¿Oficina de colocación?
Es frecuente que las familias empresarias consideren que la empresa es una oficina de colocación de los familiares. Con ello se devalúa la empresa como destino profesional y se producen ineficiencias en su gestión, ya que no es el mérito profesional sino la relación de parentesco el criterio de selección de los trabajadores.
Esta actitud es uno de los mayores riesgos para la continuidad de la empresa familiar y tiene consecuencias muy negativas en su posición en el mercado. Es necesario romper esta visión y promover el mérito profesional por encima de la relación familiar en todos los niveles, comunicando unos valores y una cultura familiar que facilite que los familiares empleados desarrollen tareas adecuadas a sus capacidades respetando en todo caso las jerarquías.
Originalmente publicado en el libro “Manual de la Empresa
Familiar”, publicado por el Foro de la Empresa Familiar de las Cámaras Vascas (Eusko Ganberen Familia Enpresaren Erakundea), País Vasco,
España, 2008.
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