Parientes políticos
La incorporación de familiares políticos dentro de la Empresa Familiar resulta siempre un tema delicado. En un caso ideal, un pariente político que se incorpora a la empresa debe, en primer lugar, coincidir con la vocación y compromiso de trabajo de los dueños y responsables de la compañía y, en segundo lugar y no menos importante, comulgar con los valores familiares del grupo.
Si bien son características exigibles por igual a los parientes consanguíneos de los propietarios que deseen incorporarse, el hecho de no haber crecido en el mismo entorno los predispone a un periodo de prueba para comprobar la eficiencia en el desempeño y la lealtad al grupo.
Los parientes políticos son, aunque suene un poco rudo decirlo, extraños al sistema. Pero ante todo y desde el punto de vista organizativo de la Empresa Familiar, son necesarios para el crecimiento natural de la organización, ya que ésta se nutre de la familia hasta donde su propia cosecha puede dar... ¡de la buena y de la mala!
Las consideraciones de los parientes políticos siempre se han caracterizado por un leve matiz de recelo por parte de los miembros consanguíneos, y esto es algo que debemos empezar a ver con otros ojos. A pesar de la preocupación generalizada por el sentimiento que a priori genera el tema, existen varios ejemplos de incorporaciones exitosas de parientes políticos a la Empresa Familiar.
En ocasiones, ha sido el pariente político quien ha servido de puente entre las dos generaciones o en torno a una disputa entre hermanos sobre quién llevaría el control directivo de una empresa, sirviendo aquél de director interino mientras se resuelve el conflicto. En otros casos, la inclusión de un pariente político en el Consejo de Administración ha resultado una solución oportuna al deseo de incorporar a un externo a la familia en este órgano.
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