Es de notar que las diferencias fundamentales que se detectaron entre las dos generaciones fueron en los ejes éticos y económicos, no así los emocionales que prácticamente permanecieron iguales: en las nuevas generaciones, predominó más el interés por los valores económicos que por los éticos, en cambio que en la generación anterior, el resultado fue justamente el contrario. Ideas recientemente instauradas en nuestra cultura como lo ecológico, lo socialmente responsable, la producción sostenible y el disfrute del consumo, han elevado las exigencias de la generación que actualmente se incorpora a la empresa y que contrasta notablemente lo valorado por la generación precedente: producción y productividad, trabajo constante, ahorro y su consecuente renuncia al disfrute.
¿Cómo asumirlo?
Al hablar de familias, el enfoque sistémico ayuda a entender las relaciones de una forma circular y no lineal, es decir, que los puntos de vista que se presentan en individuos y familias responden a relaciones del pasado que han perdurado hasta el presente, o situaciones actuales que han hecho entrar al sistema relacional o a uno de sus miembros en crisis.
El enfoque individual no se puede entender sólo como que a una causa le corresponde un efecto, sino que intervienen también en su origen y en su continuidad diversas variables que responden tanto a las formas de comportarse como a las distintas maneras de interpretar lo sucedido por cada miembro del sistema. “Ante un acontecimiento no hay una sola verdad, hay muchas verdades acordes a sus protagonistas” (Novello et al., 2005). Es necesario trabajar con todas las verdades. Al respecto, los mismos autores proponen:
Entender una familia sana y funcional como aquella que permite la manifestación de las diferencias, un sistema en que somos acogidos hasta cuando hacemos elecciones con evidente desaprobación.
Una familia sana no evita los conflictos, permitiendo la expresión de sentimientos como rabia y odio y garantizando la manifestación de diferencias individuales. Hay siempre un grado de confianza indispensable para un intercambio sin amenazas. De allí resulta que las Empresas Familiares que aceptan las diferencias, posibilitan el enfrentamiento y la consecuente búsqueda de soluciones creativas para los conflictos. Descubrir y preservar la salud funcional de la familia es el gran reto para generar personas y red de personas maduras y autónomas.
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