Las formas de resolución de conflictos son, en el fondo, diversas las estrategias posibles ante un mismo escenario, no obstante ninguna es una panacea. Si se establecen de antemano las reglas del juego, pueden obviarse muchos conflictos en la familia empresaria y en la empresa familiar.
Existen tres vías para resolver los conflictos.
La conciliación: las partes en pugna entienden que la mejor manera de querer llegar a una solución que las satisfaga, implica consensuar una alternativa que beneficie al conjunto, no sólo a una de las partes. Por lo tanto, estamos ante un mecanismo de resolución de conflictos que se basa en el consenso de ideas, en la que cada individuo se compromete con una solución que entrega un nivel de satisfacción aceptable por todas las partes. Para ello se requiere, por parte de los individuos, de una buena dosis de generosidad, aceptación y respeto por el otro, predisposición a querer encontrar una solución al conflicto, esfuerzo y, en muchos casos, el sacrificio o la transformación de uno de los puntos de vista originales que se presentaron en el inicio de la discusión. En estos casos una figura externa a la familia con dotes de conciliador, puede ayudar al grupo a encauzar las acciones de resolución de los conflictos.
La mediación: se parte de la base de que no se desea llegar a una conciliación, y que la mejor manera de resolver la situación es negociando entre las partes, pues la opción de la conciliación se ha descartado. Es el método por excelencia que funciona en el caso de los divorcios. Supone establecer un diálogo entre las partes, de cara a encontrar la mayor ganancia posible para cada individuo, no para el grupo. Si éstas no son capaces de afrontar el conflicto por sí solas, pueden recurrir a profesionales expertos (mediadores), que les ayuden a encontrar soluciones aceptables para todos.
El arbitraje: Las partes reconocen que existe un conflicto irreconciliable, y no pudiendo resolverlo por sí mismas, y una vez habiendo descartado la mediación, lo remiten a otra instancia. Surge entonces la figura del árbitro, un tercero que puede ser un empleado de confianza que no pertenece a la familia empresaria, un abogado, un asesor, un cura, o alguien que sea referencia incuestionable de la objetividad de sus opiniones y que sea aceptado por todos en el grupo. En este caso el árbitro jugará un papel de juez dando la razón a alguna de las partes. No estaremos ante una solución para llegar a pactos ni a diálogos o negociaciones para encontrar soluciones satisfactorias para todos, por lo que no suele ser la alternativa de resolución más aconsejable. Sin embargo, cuando estallan los grandes conflictos entre familiares, esos que son verdaderas sagas que hacen historia, el arbitraje se convierte en la vía más popular para salir de la crisis.
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