La principal característica que distingue a la empresa familiar de la que no lo es radica, precisamente, en la participación de la familia en la propiedad y, muchas veces, también en la gestión. Esto es lo que le confiere su fuerza, puesto que se trasladan a la empresa los principios, valores y lazos que unen a los miembros familiares. Esta vinculación, derivada de los lazos familiares entre los propietarios y gestores de una empresa familiar, tiene el potencial de generar una gran cantidad de energía positiva en la empresa, especialmente en el caso de las segundas generaciones, donde los familiares han compartido una educación, un mismo techo y experiencias similares, generando una cultura de relaciones por todos compartida. Esta propiedad está estrechamente relaciona con la capacidad de la familia para permanecer unida como un sistema de individuos interrelacionados por fuerzas no sólo de co-dependencia (como las afectivas o las económicas), sino por un proyecto común que entrega la promesa de un futuro mejor tanto para el individuo como para el grupo.
El principal problema con este tipo de organizaciones es que trasladan la informalidad de las relaciones familiares a la formalidad de una estructura profesional, la cual exigirá con el tiempo un tratamiento más ordenado que le ofrezca garantías a su continuidad. Si la empresa desea preservar su carácter familiar, ha de tener la capacidad de organizarse y establecer criterios que le ayuden a separar los ámbitos de actuación de la empresa y la familia, y que la alejen del peligro de exponerse a situaciones en las que se tiene que elegir entre apoyar a la una o a la otra.
Estas interrelaciones se pueden traducir en situaciones como :
• Las familias juegan un papel determinante dentro de los propósitos y metas de los propietarios o fundadores.
• La propiedad familiar es vista como uno más de los activos de la empresa.
• La existencia de una historia familiar refuerza la cultura de la gestión.
• A nivel económico, se puede entender que la empresa y la familia están unidas por un destino común.
• En algunos casos, la superposición de los roles interpersonales crea relaciones empresariales estresantes.
• La planificación empresarial y personal de la familia se solapan.
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