Entre mujeres y hombres existen diferencias a nivel gerencial, incluso considerando sus estilos, maneras de comunicación y actitudes frente a los problemas. Pero no entendemos estas separaciones como la creación de dos bloques monolíticos y homogéneos. La biología marca parcialmente la diferencia entre los roles sociales existentes, y sin embargo, uno de los factores principales es el entorno en el que se desenvuelven. Algunas diferencias claves entre sociedades femeninas y masculinas incluyen los valores dominantes, la correlación entre los conceptos de trabajo y dinero, las relaciones interpersonales, la importancia de la familia, la manera de tomar las decisiones en base a la intuición o la deducción, así como los métodos de resolución de conflictos, entre otros.
Tradicionalmente, y haciendo un rápido paneo por los supuestos sociales, algunas de estas variables mencionadas nos llevan a concluir a priori que:
- La mujer domina los sentimientos y los hombres la razón.
- La comunicación es primordial para la mujer, la acción para los hombres.
- La ambición de la mujer va dirigida en beneficio de su familia, la de los hombres en beneficio propio.
En otras palabras, los hombres son de Marte y las mujeres de Venus. Las autoras Candia y Stievenazzo, (2001), citan un artículo publicado en Harvard Business Review sobre una investigación que señala que las mujeres por lo general tienen un estilo interactivo de liderazgo, mientras que los hombres tienen un estilo de control y dirección. El estilo interactivo es particularmente efectivo en organizaciones flexibles, no jerárquicas y son las que mejor performance tienen en climas de alta tasa de cambio, lo que se traduce, que dicho estilo interactivo resulta más apropiado para organizaciones no tradicionales.
En uno de los trabajos realizados por el Instituto de Estudios Superiores de Administración de Venezuela (Márquez, 2001), se cita a una importante de la directora de una organización sin fines de lucro acerca de la diferencia entre las mujeres y hombres gerentes “Yo sí creo que hay una diferencia, los hombres son mucho más jerárquicos y dictatoriales en su función como gerentes. Son más verticales, mientras que las mujeres son más horizontales”. El hombre gerencia estableciendo autoridad y las mujeres, manejando la negociación y la conciliación. “También son capaces de lograr mayor equilibrio entre la vida empresarial, el exceso de trabajo y el hogar” (Candia y Stievenazzo, 2001).
Según esta idea, el estilo gerencial preminentemente masculino, tendría una mejor disposición para poner de lado el plano personal incrementando, en comparación con es estilo femenino, su capacidad de ejecutar decisiones a nivel profesional. Por el contrario, el estereotipo de la fortaleza de la mujer gerente parece residir en sus habilidades emocionales, la experiencia en el cuidado, la cooperación y el estar en comunicación constante con otros.
A finales de la década de los años 80, una de las investigaciones pioneras que buscaba definir la existencia de un estilo gerencial femenino, se basó en mujeres gerentes que trabajaban en el área de servicios humanitarios en la ciudad de Nueva York. Los resultados fueron, entre otros, algunas de las siguientes características:
- El interés en las personas.
- Sensibilidad hacia las necesidades de las mujeres trabajadoras.
- Inversión en la formación profesional de los trabajadores.
- Una orientación cooperativa y una trama de relaciones complejas con personas ajenas a sus organizaciones.
- Una perspectiva global.
- Una comunicación abierta.
- El reconocimiento de las inquietudes de otros.
- El interés en la calidad del ambiente.
- El uso de la intuición.
- Hacen tiempo para actividades que no están relacionadas directamente con su trabajo, sin descuidar sus responsabilidades.
Para muchas mujeres gerentes, el encontrar una lista así termina de confirmar su creencia de que sí existe una gama de diferencias en los estilos gerenciales entre hombre y mujeres. A este punto también podemos añadirle que entre la carrera profesional del género masculino y del femenino, esta última puede ser menos lineal o estable que la del hombre, en el sentido de su aceptabilidad o legitimidad social o cultural.
En definitiva, tanto hombres como mujeres poseen su propio estilo de gerencia, sin que sea necesario hacer menciones de cuál es mejor. Las mujeres no deberían intentar actuar como hombres, si no enfocarse en ser auténticas y no tratar de interpretar papeles que no les pertenecen. Las mujeres no tienen la necesidad de parecerse a los hombres para lograr su desarrollo profesional, simplemente deben actuar como lo que son, como mujeres.
Artículo contribución de Sissi Graessel. Houston, Texas, Abril de 2020.
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