miércoles, enero 08, 2020

El Arte de las Conversaciones entre Generaciones (III). El segundo interlocutor: “El Foro de Primos”.

Gobierna tu casa y sabrás cuánto cuesta la leña y el arroz; cría a tus hijos y sabrás cuánto le debe a sus padres.

-Proverbio oriental

En el primer artículo de esta serie, describimos que uno de los objetivos principales cuando se trabaja con o en una empresa familiar es ayudar a crear condiciones que permitan una comunicación efectiva entre los líderes de hoy y de mañana. En nuestro caso de estudio (segunda generación de los herederos de un imperio de distribución de alimentos en todo el país, los hermanos Madera), los hermanos enfrentan el desafío de una crisis relacionada con la transferencia de su patrimonio compartido a la tercera generación (que hasta ahora no mostró interés en participar en la empresa), y decidieron ponerse a trabajar y hacer un plan para organizar la sucesión, involucrando a sus hijos. Trajeron a un consultor externo que prometió ayudarlos a crear condiciones que permitan una comunicación efectiva entre la segunda y tercera generación, a través de un sistema de "estructuras de gobierno familiar". Estas condiciones eran imprescindibles y ayudarían a los miembros a discutir, analizar y proponer diferentes escenarios para abordar el futuro del patrimonio que han compartido hasta ahora.

El centro de la toma de decisiones sería un Consejo de Familia (un cuerpo coherente en sus decisiones y objetivos claros, basado en una comunicación efectiva, respeto mutuo y reconocimiento), y para regular estas decisiones y proporcionar un marco de acuerdos que les permita funcionar correctamente, los hermanos Madera decidieron crear un conjunto de reglas, llamado Protocolo Familiar. Después de eso, comenzaron a enfrentar la etapa del Consorcio de Primos de la evolución de su negocio familiar, con la creación de un escenario para guiar a sus hijos hacia la sucesión de su patrimonio: el Foro de los Primos.

El objetivo principal de este tipo de órgano es ser un instrumento clave en la preparación de la próxima generación para ser propietarios capaces y responsables como miembros de una familia dueña de un patrimonio compartido. El Foro informa directamente al Consejo de Familia. Dicha preparación generalmente se establece en dos niveles al mismo tiempo:

a) Reuniones del Foro: mientras se realizan reuniones en sesiones formales y bien organizadas que abordan cuestiones relacionadas con el gobierno y el legado de la familia, los futuros accionistas aprenden a trabajar juntos, a debatir y a llegar a conclusiones para desarrollar las habilidades como grupo para el siguiente paso de la definición del liderazgo de la familia. Por lo general, se crean Comités de Trabajo, en temas relacionados con Filantropía, Cultura y Valores, Gestión o Emprendimiento.

b) Capacitación: diseñada para mejorar las habilidades grupales y los conocimientos necesarios para ser propietarios y / o gerentes responsables, en áreas no cubiertas por la educación formal que podrían haber recibido en sus estudios universitarios o de alto nivel.
Aunque el plan de capacitación está especialmente diseñado para la próxima generación, el mejor valor que una familia puede obtener de este tipo de trabajo es que cada miembro de la familia participe en las sesiones de capacitación, con el fin de generar un ambiente seguro para el establecimiento de conversaciones sobre temas relacionados con la transmisión del patrimonio familiar, así como el intercambio ordenado de preocupaciones y expectativas entre generaciones.

Cada diálogo debería confirmar que la familia realmente quiere continuar con esta herencia en el futuro o, en el peor de los casos, liderar soluciones para aquellos que no quieren seguir juntos como resultado de este proceso. Este trabajo luego establecerá los planes, estrategias y proyectos que la familia emprenderá para lograr sus objetivos, siguiendo las reglas y las estructuras de gobierno que han creado, permitiendo que las conversaciones efectivas entre generaciones sean una parte natural de sus vidas, en aras del equilibrio y la armonía de su patrimonio de preservación y transmisión.

lunes, enero 06, 2020

Las dos tormentas de Houston

La primera tormenta se anunció con tiempo.
Se llamaba Harvey. Llegó a finales de agosto, por Corpus Christi, dejando a su paso, en su danza descontrolada sobre mar y tierra, una estela de destrucción. Houston se preparó para recibirla, pero no fue suficiente. Para los que corrimos con suerte, los cinco días de confinamiento nos retrajeron en nuestras casas con miedo y melancolía como a una Isabel viendo llover sobre Macondo, sabiendo por las noticias que no muy lejos de ahí, gran parte de la ciudad era víctima de la furia del agua. Miles de personas lo perdieron todo allá en el sur, el oeste y el centro de la ciudad. Esa misma ciudad que aun hoy, una semana después que dejó de llover, sigue bajo el agua.
Cuando finalmente salió el sol, fuimos asomándonos tímidamente a la calle tratando de dar crédito a nuestros sentidos. No pude dejar de recordar aquella escena de La Vita é Bella, cuando los nazis abandonan el campo de concentración y los prisioneros avanzaban poco a poco por las calles solitarias. El aire, la luz y las risas de los niños nos decían que todo había pasado, al menos para nosotros. Pero sabíamos que no era así para muchos otros.
Fue entonces cuando llegó la segunda tormenta... A esta nadie la vio venir.
En menos de veinticuatro horas una avalancha de voluntarios comenzó a inundar los centros que recolectaban lo necesario para sobrevivir la inmediatez de la crisis: agua embotellada, comida, ropa, sábanas, almohadas, tiendas de campaña… el colapso en los centros de acopio fue inevitable. Todos queríamos ayudar, y todos ayudamos. Desde tímidas donaciones hechas por internet a través de páginas oficiales de ayuda, hasta personas que llegaron de otras ciudades con sus lanchas, botes tractores, vehículos todo terreno, en fin, todo lo que la buena voluntad anteponía a las prioridades de quienes nos conmovimos, compartiendo con otros el miedo y el dolor por lo perdido.
Y esta tormenta se llama Houston. Entre sus miles de protagonistas están las empresas locales, lideradas por familias que no dudaron ni un segundo en  volcarse a la acción social más auténtica, esa que tiende la mano al vecino: muchas donando sus productos, otras ofreciéndose como recolectores de donaciones, todas abriendo sus puertas a los afectados por la mayor inundación que Houston haya vivido en casi medio siglo. Esas empresas familiares forman parte del sistema que, junto con el gobierno, los voluntarios y las organizaciones comunitarias, le imprimen día a día la fuerza que la ciudad necesita para recuperarse de la tormenta que dejó lamentables pérdidas humanas y miles de personas sin hogar, donde además el espíritu de humanidad y solidaridad se han fortalecido. Esta tormenta es el espíritu de superación que conoce el emprendimiento. Eso es lo que hace a #HoustonStrong.

Guillermo Salazar
Houston, septiembre 4 2017.

What a Family Council is for?

San Diego, California. Thirty-five years ago, a modest grocery business was founded by Jose Lopez, a Mexican immigrant. Throughout the years, his tireless effort turned a small business into a strong organisation led by Jose and his wife. For the past ten years, their off springs Carlos, Pablo and Patty have been running the company, which employs more than three hundred people with twelve stores across southern California. It was a natural step for the Lopez children to come to work in their father’s store after they graduated. Even now, in their late fifties, they look back at their choice to join the business with no regret.

From the beginning, the siblings were united in their agreement that they didn’t want to repeat their parent’s mistakes: a blind devotion to the business and nothing but the business. That’s why the second generation decided not to discuss work at home and let their children enjoy their family by keeping their private lives separate from the business and let them look after their own lives. This arrangement worked well for many years. But a year ago, Carlos began to talk seriously to his siblings about the succession of the company after recovering from a heart attack. However, there was an issue that none of them wanted to bring up: not a single one of their children (ages around twenty years old) had ever shown any interest in the family business. In fact, there was little the third generation had done at all in their professional lives. Some were finding it difficult to keep on going with their studies at college or had ever faced real responsibilities. As it turned out, many members of the third generation had been living their lives thinking that their parents’ company would ensure their financial security with no future plans in the horizon.

This is a case based on real life situations (names, locations and business sector have been disguised) tries to illustrate a common situation where the lack of communication between family members often enhances the conflicts they face. Attempts to create moments of coherent conversations about the shared heritage often end up in heated discussions between parents and children, who have a different perspective of the same reality. Sometimes, when we try to have a conversation regarding the future we want to share, we are more concerned with expressing what we think and feel ourselves than hearing what others have to say.

One of the main objectives when working with or in a family business is to help create conditions that allow effective communication between generations. It is imperative to help them discuss, analyse and propose different scenarios to address the future of the legacy they want to share. The initial conversation should then determine if the family wants to truly continue on with this heritage in the future. That approach will lay the plans, strategies and projects to be undertaken by the family to achieve their goal: should they go on together or separately? If the family wants to follow through together, they must first of all build spaces, conditions and rules to enable effective conversation between generations, for the sake of balance and harmony.

After evaluating some offers, an external consultant promised to help them to create conditions that allow effective communication between the second and third generation, through a system of "family governance structures”. The centre of decision-making would be a Family Council, a body of governance where the three siblings would meet to settle their interests related to the preservation, growth and transfer of their shared family wealth (a number of important assets generated over the last few decades, apart from the shares of the family business). To regulate these decisions and provide a framework of agreements that would allow them to function properly, the Family Council decided to create a set of rules, named the “Family Constitution”, wherein the siblings agreed to regulate the most important decisions about the assets of the family, the succession planning to the next generation, rules for entering to the company, agreements on economic benefits and wages for family members, the family culture and values recognition, provide development opportunities for members of the family, ensuring the quality of communication and family harmony, and guiding the actions of family philanthropy.

Through their Family Council, the Lopez siblings managed to shape a forum adding and separating the functions of the family and the company leadership, which helped to strengthen the role of the Board of Directors of the family business, focusing it efficiently on their responsibilities as administrator of the company strategy, based on the creation of a dedicated space for conversation about family and heritage issues, through effective communication, mutual respect and recognition; with awareness among the second generation that the founder’s inherited leadership was now divided between the three of them.

This work set the plans, strategies and projects to be undertaken by the family to achieve their goals, following the rules and the governance structures they’ve created, letting the effective conversations between generations be a natural part of their lives, for the sake of balance and harmony of their heritage preservation and transmission. Due to the family governance structures the next generation would soon, under the direction of the Family Council, have its own space for development, preparation and dialogue.

This article was originally published in Family Office Magazine (Winter Issue 2019, pages 99-100), www.familyofficemag.com